Biofarma evoluciona… y las conexiones asépticas también

Desde fines de los 80, cuando la elaboración de biofármacos cobró categoría propia dentro del mundo farmacéutico, el manejo de líquidos críticos típicamente fue realizado a través de recipientes rígidos y reutilizables. Dado el aumento en la diversidad de moléculas que fueron desarrolladas como productos biofarmacéuticos y la exigencia de mayores niveles de productividad, existe una lógica evolución en los procesos productivos. Las conexiones asépticas comienzan a tener gran relevancia en las estrategias para contener, transportar o transferir dentro de la planta o hacia afuera, de un modo solvente e inviolable pero a la vez flexible y ágil.

Hacia comienzos de los 90 algunos desarrolladores industriales se basaron en el uso de bolsas plásticas en la elaboración de parenterales para perfeccionar los circuitos de la creciente biofarma. Por ejemplo, echaron mano de novedosos films multilaminados fabricados a partir de polímeros que son impermeables al exterior, no son tóxicos al producto, son flexibles y resistentes. Esto permite producir en cantidad y calidad un producto que se aplicará como fármaco en pacientes. Concomitantemente también comenzaron a desarrollarse conexiones asépticas con el propósito de transferir líquidos sin comprometer su esterilidad dentro de las áreas controladas.

Los descartables abonan a cubrir necesidades futuras para la producción no sólo de biofármacos pero aún de fármacos químicos de alto valor agregado.

Actualmente muchos sistemas productivos cuentan con instalaciones híbridas (permanente/descartable) en los que no se usan bolsas para el proceso pero sí se usan conexiones asépticas mediante conectores rápidos. En el futuro y en la medida en que los sistemas de PAT sigan creciendo y también evolucionen a las configuraciones descartables, seguramente se logrará integrar toda la producción biofarmacéutica y también farmacéutica (por ejemplo, inyectables) en base a elementos de un solo uso.